martes, 23 de agosto de 2011

Sopa gris.

Finalmente el verano ha tenido mucho que ver con gatos, con sorber sesos, con la dificultad para dormir que aumenta, con conciertos que son pero no son, con plasma sanguíneo, con alegrarse de no poseer un Colt calibre 38 y con Murakami, que me cuenta esto y yo asiento:

Me imaginé a los gatos encerrados en el piso, medio muertos de hambre. Aquellos blandos, pequeños carnívoros. Yo - mi yo real - estaba muerto, ellos estaban vivos. Vi como devoraban mi carne, roían mi corazón, chupaban mi sangre. Aguzando el oído podía sentir cómo, en algún lugar remoto, los gatos sorbían mis sesos. Tres gatos de movimientos flexibles rodeaban mi cráneo partido y chupaban la densa sopa gris que contenía. Sus lenguas rojas y ásperas lamían con deleite cada pliegue de mi conciencia. Y a cada lametón, mi mente vacilaba y se iba diluyendo como la neblina. De Sputnik, mi amor.