En dosmildoce se abrieron
unas cuantas brechas en el suelo, de esas en las que un pie se queda
en cada uno de los lados y tienes que decidir hacia cual de ellos
saltar para evitar caerte en medio. Micah P. Hinson le puso melodías
al día más triste, aprendí que la muerte simplemente ocurre y las
señales cósmicas nos hicieron abrir los ojos. Llegó el momento de
sentirse aplastada por la rabia, los días azules se volvieron cada
vez más lejanos, los conceptos inquebrantables se convirtieron en
más basura en el cubo y la única conclusión que saco es que aunque
sigo sin tener la certeza de que el Sol saldrá mañana, lo único
que queda es esperar mirando al Este.