martes, 25 de octubre de 2011

Magullar(se).



Los oídos le zumbaban mientras recorría el pasillo del hotel. Había dejado a aquel tipo en la habitación con aspecto de gato magullado. Se podía ahorrar los maullidos, siempre sería mejor eso que acabar con tierra en los pulmones. El pasillo era largo, arrastraba los pies en pasos lentos y descompensados mientras reflexionaba. Si es que se lo había advertido: si te apoyas en mí, ambos caeremos. Y de qué manera se habían estampado contra el suelo, de nada sirvió haber sido buena y tener sus oraciones al día. Le recordaba a aquella novela pequeña de Micah P. Hinson, que cuando escribe completa la P, o a Buffalo 66, pero sin chico guapo y sin botines rojos. 

sábado, 1 de octubre de 2011

Reloj.

Alguna vez acabarás tomando una buena decisión, ya lo decía Woody en aquella película: Hasta un reloj parado acierta dos veces al día.