miércoles, 11 de noviembre de 2009

Vendaval.

Todos los años llega ese momento en el que tienes que acostumbrarte al frio, a las prendas de lana, y a tener la nariz helada. A mí normalmente suele encantarme notar el aire frío en la cara, ver como la gente circula por las calles con las manos en los bolsillos, disfrutar con un café caliente o percatarme de lo ridículo que puede ser fumar un cigarrillo con los guantes puestos. Soy una persona de invierno. Lo soy todo el año aunque no lleve la bufanda rodeando mi cuello, simplemente ahora todo el mundo está en el mismo saco.
Este año, sin embargo, el frío me ha llegado demasiado dentro, en ocasiones creo que las cosas importantes que me pasan en la vida coinciden con los cambios de estación. No puedo decir que no quede poético, pero desde luego cuando el mundo que concibes se rompe contra el suelo de la habitación, no te ayudan a recoger los trozos las noches interminables sin dormir, ni la jodida lluvia en la ventana. Y es evidente que el encanto de los cafés y los abrigos, y la literatura trascendental en días oscuros se convierte en una soberana tontería.
Creo que soy una hormiga sentimental, pero bastante poco práctica. Voy recogiendo cosas pequeñas, de esas nimiedades que se juntan y van formando algo grande, algo que me cuesta mucho conseguir. Al principio simplemente por rutina, voy haciendo una montaña, por el momento no es nada complicado y nunca viene mal tener reservas para el invierno. Cada vez es más grande, y cuesta más seguir haciéndola crecer, hacer que tenga una forma adecuada. Podría decidir dedicar mis esfuerzos a otras cosas, quizás buscar a alguien que esté dispuesto a colaborar conmigo. Pero no, siempre me ha parecido mejor seguir con mi montaña, hay algo en esa actividad que me atrae con una incomprensible fuerza. Pero no he caído en la cuenta de que haciéndola sin ninguna protección podría soplar viento y destrozarlo todo. Ya había habido pequeñas ráfagas rebeldes que habían hecho que se cayera parte de la montaña, pero lo había podido solucionar. Pero con el mal tiempo, ha venido un vendaval tal que se lo ha llevado todo de repente. No queda nada, las reservas son inexistentes y el invierno que se acerca poquito a poco se presenta muy largo.




*Please, please, please, let me get what I want. The Smiths.

2 comentarios:

HuelgaDeLatidos dijo...

Gracias :)

Mi blog me parece bastante monótono, el corazón ya se cansa de contar lo mismo, de que siempre hablen de él..
Así que ahí está, descansando. Pero me gusta que te guste.

Se agradece que te encuentren de vez en cuando, y me gusta haber descubierto tu blog (:

Iraultza dijo...

Sabina dice, entre algunas de sus miles de fotografías de nosotros mismos que él convierte en canciones, "...prefiero la guerra contigo, al invierno sin ti...". Tu texto, además de reconocerme a mí mismo en algunos párrafos, me ha recordado esa frase, mezclado con el color negro de las hormigas, pero sobre todo, a que ese esfuerzo, aunque ahora parezca infructuoso, es el adecuado...o quiero creerlo porque a mí también me pasa...

Por cierto, y aunque no hablan de estaciones con forma de nombre de mujeres, pero que está llena también de detalles deliciosos, te recomiendo, por si no la has visto, "Tu vida en 65 minutos".

Besos.