sábado, 7 de mayo de 2011

Cine.

La ciudad se llenó de barbies con las articulaciones móviles mientras que las agujas del reloj giraban más despacio y con más soberbia. Cientos, miles, el imperio de los clones, diferentes versiones del mismo patrón. Entre ellas, como una infiltrada condenada al fracaso por desencajar, llegué al cine, antes de tiempo. La sala estaba casi vacia, sonaban canciones en italiano y había un chico que parecía salido de un cuadro de Tiziano. Cuando acabó la película oí que alguien decía que había sido como una obra de teatro, pero de las malas. Miré a Sean Penn, sonrió y yo asentí. Haha.


*Escuchando.

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