viernes, 19 de marzo de 2010

Rojo.

El chico de las ojeras no tiene ni idea de lo que hay debajo del pelo rojo. Es más fácil concentrarse en el polvo blanco que se esparce por mi mesita de noche. Las pupilas comienzan a devorar los ojos azules y yo reacciono como el perro de Paulov solo viendo cómo deja caer su cazadora al suelo. Le pongo titulo mental a toda esta historia: instinto animal o de cómo redescubrir la longitud total de mi columna vertebral.
No renuncio a observar cada mínimo gesto, tengo claro que de estos momentos sacaré imágenes que se volverán recurrentes en mis archivos mentales. De repente noto algo líquido en mi cuello. Al chico de las ojeras le sangra la nariz. Y a mí me parece que es lo que tenía que pasar, todo va ocurriendo como si se tratase de movimientos coreográficos aprendidos. Le digo que lo deje estar, que no me importa. Lejos de mirarme con extrañeza asiente complacido. Y yo sigo notando como mi pasado sigue fluyendo cuello abajo, como los momentos resucitan, igual de rojos.





*Always on my mind. Elvis Presley.

1 comentario:

Iraultza dijo...

La frase "cómo redescubrir la longitud total de mi columna vertebral" me ha parecido brutal, certera, precisa, una forma deliciosa de describir esa sensación que a veces dura una milésima de segundo y a veces, con suerte, un poco más...tanto como tarda en llegar el sonido de la ropa contra el suelo...

Besos.