sábado, 22 de mayo de 2010

Cicatrices.

El día que vio por primera vez al chico de las ojeras no pudo evitar darse cuenta de que era como ella, algo en su mirada le hacía pensar que detrás de aquel azul estaba el gris. Cuando escuchó como hablaba lo corroboró y a los pocos días pudo ver que su ilusión por vivir se había quedado por el camino. Quizás en algún momento descubriría cuando ocurrió, lo más probable es que él también acabase descubriendo cuando perdió ella la suya. Saltaba a la vista que era de los que había pagado un precio demasiado alto por algo que al final no salió bien.
Una de las primeras conversaciones que tuvieron, ambos desnudos, tumbados en la cama compartiendo un cigarrillo, trató sobre qué querían que hicieran con sus cuerpos una vez hubieran muerto. Ambos tenían serias dudas al respecto, pero fue una manera de dejarse claro que estaban hechos de la misma pasta. Y alguien hecho de la misma pasta que ella lo único que podía llegar a lograr era hacer crecer el nudo de su garganta. Compartir tristezas y cicatrices.
Hoy ese nudo había estado a punto de estallar. Cuando recibió su llamada ya se había quedado preocupada por cómo sonaba su voz. Y cuando llegó a su casa se le cayó el corazón al suelo al verle con las venas más hinchadas del mundo y la expresión más triste que había visto en mucho tiempo. Oía lo que le decía de fondo mientras que no podía apartar la vista de sus antebrazos y de todas las heridas nuevas que tenía por su anatomía. Imágenes de antiguos chicos con ojeras se le agolpaban en la mente mientras se dejaba hacer y notaba como el sabor del Jack Daniel's inundaba su cuerpo.
En algún punto de los últimos meses había dejado de ser una marioneta para convertirse en una muñeca hinchable. Lo único que se le daba bien.




*Can't help but wonder where I'm bound. Johnny Cash.

1 comentario:

Testigo del Error. dijo...

de como la tercera persona aleja a la primera, y podemos verlo todo desde otra perspectiva...
no sé si esta historia tiene una paralela en mi vida [;)]...pero seguro, segurísimo, que se le parece mucho.
Ay, las grandes cicatrices.