martes, 25 de mayo de 2010

Sin dañar las membranas.


"Vale la pena recordar que nuestro dolor -por más moderno y personal que sea- nos liga con un mundo primitivo que hoy está casi tan completamente perdido. En antiguos enterramientos se han exhumado huesos humanos que poseen agujeros redondos realizados en los cráneos (figura 3). Estos agujeros son el resultado de una cirugía prehistórica, llamada trepanación, que aún se practica en algunas zonas primitivas. La trepanación implica quitar un fragmento de cráneo (llamado calvarium) sin dañar las membranas y los tejidos subyacentes. El médico o brujo cumplía con varios objetivos cuando excavaba o raspaba, cortaba o aserraba esos ominosos agujeros. Antiguos cráneos peruanos, por ejemplo, indican que los incas empleaban la trepanación como procedimiento estándar para el tratamiento de las heridas infligidas en combate. Al parecer, por la evidencia de los huesos sanos, la mayoría de los pacientes sobrevivía a esas operaciones."

Fragmento de La cultura del dolor de David Morris.




Me parece increíble (e infinitamente desagradable) que se pueda sobrevivir a la trepanación. Y a muchas otras cosas. Hoy después de un día bastante malo me he puesto a leer acerca del dolor, por casualidad, y por alguna razón que no acabo de entender del todo me he sentido mejor. La antropología ha actuado como un manual de autoayuda.


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