martes, 18 de mayo de 2010

Inyección.

No voy a mentirle, la verdad es que si que había sentido esto antes. Las náuseas, los escalofríos, la sensación de que los ojos quieren salir propulsados de sus cuencas para dejarlas vacías, la imposibilidad de respirar con normalidad, ya sabe, la asfixia. Todo.
Por supuesto al principio, hace ya más de un par de años, era más leve, pero después la intensidad de los síntomas ha ido aumentando. De hecho hoy he pensado que no iba a vivir para contarlo y que la última imagen que iba a ver era la de mi corazón saliendo por mi boca y estampándose contra su pecho. Y créame no era una imagen que quiera recordar.
Llámelo crisis de ansiedad, de rabia, de pánico...si en vez de médico fuese poeta decidiría llamarlo amor, que al fin y al cabo engloba al resto de definiciones cuando estás inmerso en una crisis.
No sé que es lo que me acaba de inyectar, siendo honesta creo que voy a necesitar un poco de ayuda para bajar de la camilla y para no romperme la crisma bajando por las escaleras...pero, no obstante, debería de recetarme una gran cantidad. Así cuando vea al epicentro de este seísmo emocional que se ha convertido en físico, le miraré a los ojos mientras me habla, inyección en mano y nos ahorraremos más espectáculos como el que le estoy ofreciendo esta tarde.




*Gonna get along without you now. She & Him.

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